Aunque muchas veces Facebook haya sido criticado, yo creo que ha sido una revolución que ha venido a trastocar las relaciones humanas.
Mucho se ha escrito sobre las relaciones virtuales pero en este escrito quiero rescatar lo positivo y generar preguntas, que podamos reflexionar.
Pienso que si no existiera Facebook, los que están lejos no podrían ver cómo crecen mis hijos, pero tampoco me enteraría de que existen grupos de profesionales que se juntan formando fórums para luchar contra la medicalización/patologización de la infancia (Fórum Sociedades Complejas, Fórum Infancias); no me enteraría de que hay gente que piensa realmente en hacer un cambio y ofrece un curso por internet totalmente gratuito para sentar bases para una educación inclusiva; de que existen grupos que comparten libros en formato pdf; de que un excelente profesional de la talla de Juan Vasen comparta un ensayo de lo que podrá llegar a ser la contratapa de su próximo libro y encima sea tan humilde que pida opiniones...
Todo lo que hacemos lo hacemos pensando en un otro.
Yo estoy escribiendo para que al menos una persona me diga: "che qué bueno lo que escribiste...me siento identificado"...
Compartir y sentirse identificado.
Me parece que de eso se trata.
Si leo algún artículo interesante que alguien subió, lo comparto.
Si veo algún video que me hizo reír mucho, lo comparto.
Si leo alguna frase muy original ( y es difícil ser original en las redes sociales), lo comparto.
Si veo alguna foto tierna que me llegó al corazón, la comparto.
Comparto, socializo, hago circular.
Lo que uno escribe ya no es de uno, pasa a ser de todos.
Ya no se sabe si esa frase la dijo Galeano o García Márquez. Circula y se convierte en anónimo.
Así también se producen confusiones, malentendidos, algunos muy graves como el supuesto autismo de Messi y todos nos convertimos en psicólogos especialistas cuando una semana antes éramos todos patriotas y directores técnicos. Pero de eso escribiré otro día.
El otro (con minúscula, para los lacanianos).
Que lo puedo tener al lado mío, pero está con su celular y no me registra.
O lo puedo tener a kilómetros de distancia, pero compartimos una grata charla.
En fin...el otro es el destinatario de nuestras acciones. ¿Porqué? Porque somos seres sociales por naturaleza, aunque esa socialización sea virtual.
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